jueves, 11 de noviembre de 2021

A media mañana


A media mañana la primavera canta en un trinado asombroso como el de una fina orquesta.

Abejitas somnolientas merodean la lavanda. Han florecido las hortensias, y la rosa...

Otra vez suben los tallos hacia el sol y se enciende el jardín con su fulgor.

Vienen de nuevo los picuditos y alardean sus colores y su voz...

Ya son más de cuarenta primaveras de sentir el frescor de la brisa suave como caricia obsena sobre mi cuerpo.

Más de cuarenta veces he dejado atrás macilentos inviernos y sus ojos de cristal. Y del otoño... más de cuarenta otoños que con sus remolinos de silencio han dejado una huella indeleble.

Son casi cincuenta años de contemplación...De ver los sueños crecer o truncarse... Sueños amputados, muñones, y aquellos otros sueños concretados que han configurado lo que hoy soy.

Pero después del frío siempre llega primavera y yo me siento junto a la gran ventana a observar silenciosa su cuerpo exuberante y  la palidez de sus ojos claros...

Cuando eran solo veinte no reparaba en los detalles, mi vida iba en una vorágine de emociones y no sabía yo del dolor de un jardín marchito, eran tiempos en los que el tiempo era infinito y transcurría lentamente...

Las rosas eran solo rosas y espinas. Ahora todo tiene un doblez,y este jardín es un universo paralelo, un mundo de hormiguitas y caracoles.

Ahora es escapar del sinsentido en la contemplación del verdor profundo y del renacer continuo de la flor.

Ahora soy más que nunca viva, ahora estoy más que nunca luminosa porque ahora comprendo silenciosa, porque ahora me siento y observo, porque ahora finalmente le temo a la muerte...


Paula


martes, 9 de noviembre de 2021

Hoy necesito...


Hoy necesito un poco de silencio. Un trozo de silencio, un espacio de silencio.
Necesito dormitar en las sombras de la tarde crepuscular, dejar caer los párpados húmedos de sueño.
Hoy necesito percibir tan solo el sonido lejano del mar, allá abajo en la rambla, el susurro de las olas, el vaivén del viento en la playa, el remolino de arena que cubre como manto la calle.
En soledad, necesito estar en soledad, en comunión conmigo misma, perdida mi pupila en las pupilas del tiempo.
Necesito una vertiente para el río de mis sueños, una salida a mis palabras, una partición de algo que no entiendo que me haga libre, libre para moldear en las letras miles de mundos que no comprendo... Libre para ser yo más que nunca...
Sin embargo, estoy rodeada de altos muros blancos que aprisionan cualquier sentimiento, cualquier noción de amor. Estoy sumergida entre estas cuatro paredes que lloran en sus fisuras el dolor y lo retienen, paredes ávidas que beben mi silencio...
Hoy necesito un gajo de paz, un ensueño cristalino, una muerte dulce que dure solo un momento. Por eso hoy necesito más que nunca, huido del sendero del olvido, recapturado, vivo, por sobre todo vivo, UN RECUERDO...

Paula

lunes, 8 de noviembre de 2021

Ausencia


Dormitaba recostada contra la pared fría. Los ojos cansados temblaban mientras el sueño los sujetaba entornados, caídos sobre sí mismos
Sentía, en medio de los sonidos de la noche, tu falta.  Me faltabas, y en tu ausencia se construía el minuto y la hora, se perfilaba todo lo demás.
Cada cosa estaba definida en torno a ti, a la distancia entre tú y yo. Una distancia maciza, dura, hermética que se erigía entre los dos.
Por las frescas paredes se escurrían las sombras, por los rincones la oscuridad se elevaba como un vaho llenando con su lobreguez  la habitación.
Bebía agua a pequeños sorbos saboreando su sabor a nada y respiraba en el mismo compás del silencio.
A lo lejos sonaba una vieja canción, que de pronto tarareaba como autómata. Una y otra vez comenzaba y terminaba y volvía a comenzar... Todo nacía y moría casi sin percibirlo.

Paula

Pensamiento


Hoy pensaba acerca del amor de pareja en que si amar fuese fácil, cualquiera amaría, cualquiera estaría dispuesto a sentir el amor, a vibrar en el amor y a aceptar el desafío del amor... pero no es así...

Por lo tanto encontramos que un montón de personas huyen del compromiso, cuando en realidad están huyendo de sí mismas, del compromiso consigo mismas, del dolor que causa el amor... porque el amor duele.
No obstante, no debemos tomar al dolor como una martirización, el amor duele porque cava hondo y perfora todas las estructuras que creamos para protegernos... el amor no duele por ser un sentimiento dañino, el amor duele por derribar nuestras barreras y mostrar nuestras profundidades... por hacernos más humanos, menos rígidos, más humildes...
Definitivamente si amar fuese fácil, todos amarían, sin embargo y lamentablemente, muy pocos lo hacen...

viernes, 5 de noviembre de 2021

Por la madrugada


Esta madrugada el calor agobia. Por la habitación circula espeso, y repta por los rincones como sierpe en el cieno.
En una esquina, que la veladora no alcanza a bautizar con su luz, las sombras juegan a los contrastes semejando espectros saltando la rayuela... Y es que la leve brisa mueve las cortinas que se proyectan oscuras sobre la pared tenuamente iluminada.
Las miro y son como niñas correteando el muro blanco y opaco.
Estoy detenida en el tiempo. El momento se ha diluído. La clepsidra no gotea... Y estas paredes ajadas de recuerdos se cierran inefables sobre sí mismas...
¿Cabrá en alguna grieta de la piedra algo inextinguible que no llega a dar flor?
Intramuros todo es calor y silencio. Estar sostenida en el silencio. Palpitar el silencio, respirar el silencio.
Más allá quién sabe qué haya...
Son las 3:30 am y ensayo algunos versos que se dibujan y desdibujan en un viejo cuaderno.
El gato inquieto salta por la ventana y resquebraja el momento con su maullido frenético. El calor sigue agobiando. Yo sigo escribiendo. 
Entre papeles encuentro los garabatos de un inconcluso poema de amor escrito quién sabe cuándo, en qué momento, y me doy cuenta que el amor se ha hecho casi imperceptible para prolongarse eterno...
Me recuesto contra el muro para sentir su frescor y un estallido de olvido como bálsamo se unta en mi piel. Ya no pienso nada, solamente siento la vacuidad del instante a instante en mi cuerpo. 
Son las 4:00 am y sobre el papel los restos de un poema que no habiendo nacido, yace muerto...

Paula

jueves, 4 de noviembre de 2021

Sentada en la banca...


Sentada en la banca frente a la catedral veo pasar un río de transeúntes que fluyen por la peatonal.

El sol crepuscular tiñe el aire de matices rojizos, y hay una brisa leve que acaricia la curva desnuda de mi cuello.

Hacia el horizonte los edificios lloran sombras y la luz que se filtra es cada vez más tenue a medida que los minutos pasan.

No puedo evitar recordar aquellos días en que caminábamos por aquí, con las manos entrelazadas y el rostro despreocupado.  Las memorias juegan frente a mis ojos, se desgranan y se integran una y otra vez mientras un extraño sentimiento de congoja emerge como el vaho flotando frente a mí.

En la esquina el vendedor de flores sacude las rosas mientras las ofrece a los peatones que lo ignoran al pasar... Van con la mirada baja y caminan apresurados. Yo conservo aún aquella flor que me diste casi como de casualidad... Un viejo cuaderno la protege del paso inexorable del tiempo.

Esta banca, la iglesia, la calle son como trozos materiales de mi pasado, son testamento de aquel amor  que hoy es una huella indeleble en mí.  Aquel amor que fue breve como un suspiro y que se  suavizó para alargarse casi eterno.

Las luces encendidas en los antiguos faroles se mezclan con los últimos fulgores solares mientras yo espero que caiga la noche, segundo a segundo. En esa espera homenajeo tu nombre pronunciándolo  al susurrar apenas letra por letra... Huyendo del silencio de no nombrarte, en la ignominia de no saberte.

En tanto los tintes oscuros manchan la plaza, mi banco y mi alma, yo decido seguir la marcha, no sin antes caer de rodillas frente a la cruz que inestable se balancea en un rincón alto a mi derecha, y entonces emito una vieja plegaria que habla de ti.


Paula

Lluvia en Salinas


Esta tarde una lluvia cansina empapa Salinas. Su frescor carcome mis entrañas mientras la observo caer sentada al costado de la ventana. Las rosas y las hortensias parecen recibirla felices de un no sé qué... Yo simplemente contemplo el ir y venir del agua.

Mis ojos son como dos negras tinajas que recogen lágrimas, y de a poco yo también voy lloviendo porque como es afuera es adentro. Soy parte de la lluvia que limpia y recoge almas, del viento suave que acaricia los rostros y de las sombras de las nubes lejanas.  

No llego a comprender el porqué de tanto gris una tarde de primavera y por ello me siento otoñada, con las raíces húmedas como las viejas plantas... Con los retoños mojados y con un alma marchita como el alma de las hojas caducas en otoño.

Es una extraña primavera, transcurre lentamente, se dilata en los rincones oscuros donde la luz no alcanza y se contrae en cada suspiro de mi boca al contemplarla.     

Veo, entre las opacidades, el espectro de un sueño que no llega a florecer; así como la primavera está trunco, mutilado y rima con el corazón del día grisáceo.  Es un sueño cuyo fulgor alumbró tantas tardes y ahora es simplemente un resto del ayer. 

Mientras desfilan frente a mis ojos tantos recuerdos, Salinas se oscurece y retumba su voz en mi mente.... Llueve cansadamente y yo soy un espejo que refleja en su entraña vidriosa, todo el dolor de esta tarde, un dolor que se suaviza para prolongarse indefinidamente.


Paula